sábado, 30 de mayo de 2009

El café de los signos

¿Alguien se puede imaginar una cafetería en la que no haya mucho bullicio y en la que sólo se oiga el ruido inevitable de los platos? Ese lugar existe: se llama “El café de los signos” y se encuentra en Madrid. Es el primer local en toda Europa en el que la totalidad de su plantilla es sorda y la mayoría de la clientela que acude a este lugar también lo es.
En el café de los signos, además de poder ir a tomarte un café, sordos y oyentes, pueden disfrutar de espectáculos de humor y teatro en lengua de signos, cine subtitulado, magia para los más peques y exposiciones de artistas con discapacidad auditiva.
Es una cafetería como cualquier otra, lo único que, para llamar al camarero hay que hacerle un gesto o encender la luz que hay en las mesas y para decirle lo que vas a pedir, basta con señalar el número que tiene asignado el plato que quieres.
Como he dicho antes, la mayoría de su clientela es sorda, pero también van oyentes a este café. No importa que desconozcan la lengua de signos, porque lo que realmente importa es que sordos y oyentes convivan en un espacio en el que no existan barreras de comunicación.
Sobre este café, se hizo un
reportaje para las noticias de Cuatro, en el que la presentadora de los informativos, metió la pata al decir que la lengua de signos es universal, antes de dar paso al vídeo. Ya dijimos que esta afirmación es incorrecta y que en España, tanto la Lengua de Signos Española, como la Catalana, están consideradas lenguas oficiales.
La Lengua de Signos, como lengua que es, tiene reglas gramaticales, que principalmente se basan en: espacio y movimiento. Es necesario prestar atención a:
-los usos del espacio
- la modificación del movimiento con el que se produce el símbolo
- la realización de los movimientos no manuales
- la arbitrariedad de la construcción sintáctica.
En cuanto al orden de los signos dentro de la frase, hay también algunas reglas: por ejemplo, las frases interrogativas que van introducidas por partículas como quién, qué, dónde, etc. Estas partículas se colocan al final de la frase.
Por ejemplo, para preguntar: ¿tú qué estudias? El orden en Lengua de Signos sería:


TÚ-ESTUDIAR-QUÉ.
Sin embargo, la respuesta a esta pregunta se formularía en el siguiente orden:
YO-LENGUA DE SIGNOS-ESTUDIAR.
Como veis, el verbo va al final y así ocurre siempre.
Por otro lado, la partícula negativa se colocaría detrás del verbo, no delante como en castellano.
Otra función lingüística importantísima es la expresión de la cara, sobre todo para poder diferenciar si la frase es interrogativa, enunciativa o exclamativa. Digamos que la expresión facial en lengua de signos, sería el equivalente de la entonación en una lengua oral, para que nos entendamos. Ya os comenté al principio del cuatrimestre, que a la hora de hacer las preguntas, si se trataban de preguntas abiertas (de contestar con sí o no) había que levantar las cejas, mientras que si se trataba de una pregunta introducida por una partícula, había que fruncir el ceño.
Otra característica diferenciadora de las oraciones interrogativas en lengua de signos es la duración. Una pregunta dura más que una frase enunciativa para mantener el signo en suspense, a la espera de la respuesta.
Los signos se ordenan siguiendo un orden cronológico, es decir, según se van presentando los hechos.
La condición se expresa a través del signo ejemplo, que ha de ejecutarse al principio de la frase, mientras se levantan las cejas.
La causa se puede expresar de dos formas: bien indicando primero la causa y luego la consecuencia (ésta es la más utilizada) o bien utilizando el signo de “motivo”, que se coloca al inicio de la oración, para enfatizarla.

También, el contraste es importante y por eso, hay diferentes expresiones gestuales: pero (que es el más gramaticalizado y utilizado), sin embargo (acompañado por una expresión facial que manifieste contrariedad) y en cambio.
Y acabamos con la finalidad, aunque esta expresión no es muy frecuente en LS. Existen dos expresiones gestuales muy gramaticalizadas, que son equivalentes a para o para qué.
Conclusión: por su gramática y su sintaxis espaciales únicas, la lengua de signos es un lenguaje verdadero.
Y con esto acabamos por hoy.
¡Hasta la próxima!

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