Después de cuatro años estudiando lenguas extranjeras (francés, alemán, árabe…), este año he querido probar a estudiar otra lengua nueva, diferente y, hasta este momento, desconocida para mí. Se trata del Lenguaje de Signos. ¿Por qué? Pues por varias cosas: primero, porque siempre me ha llamado la atención (de pequeña me fijaba ya en las noticias, cuando a veces salía una persona signando o también cuando en el teletexto descubrí que algunos programas o series venían subtitulados para los sordos). Otra razón es porque puede ser una salida profesional (hoy en día también hay demanda de intérpretes de lenguaje de signos).
En este blog contaré lo que vayamos aprendiendo semana a semana en las clases, además de los hechos más curiosos que vayan apareciendo.
De las clases prácticas tengo que decir que todo me llama la atención. El primer día ya me encontré con la primera sorpresa. Esa sorpresa se llama Inma y es nuestra profesora de prácticas. Supongo que os estaréis preguntando el por qué de mi sorpresa: Inma es sorda y llegó el primer día con una intérprete; intérprete que al día siguiente no volvió a aparecer. El primer pensamiento fue “no sé cómo nos vamos a entender, cómo nos va a explicar y si tenemos dudas, cómo preguntarle…”. En la clase siguiente, ese pensamiento desapareció porque no existía una barrera de comunicación entre ella y nosotros, y es increíble, que en apenas cinco horas de clase ya sepamos decir un montón de cosas:
- El alfabeto dactilológico (signos que representan cada letra del alfabeto).
- Preguntar el nombre y los apellidos
- Hacer preguntas, tanto abiertas (si o no) como con partículas (quién, qué, cuándo, dónde...)
- Expresiones de cortesía (gracias, de nada, perdón, por favor…)
- Los saludos (hola, adiós, buenos días, buenas tardes, buenas noches…)
- Los números
También aprendimos que las expresiones de la cara son muy importantes. Por ejemplo, si una pregunta es abierta, las cejas tienen que estar levantadas, mientras que si es una pregunta con una partícula, las cejas estarán hundidas. Además, es muy importante vocalizar, puesto que algunos signos son iguales y se tienen que diferenciar de alguna manera. Por ejemplo, la letra “o” y el número 0 tienen el mismo signo y se diferencian a la hora de vocalizar.
Otro aspecto que me ha llamado la atención ha sido el “Bautismo en L.S.E”, que es el signo por el que se reconoce a una persona. Este signo hace referencia a algún rasgo físico o del carácter de la persona. Ahora estoy pensando cómo llamarme en esta lengua y buscando algún rasgo que me identifique, aunque también me pregunto si mi nombre tendrá ya un signo que se refiera al nombre común (Alba).
Hasta aquí todo lo que hemos aprendido hasta ahora en las clases prácticas. En el próximo episodio trataré aspectos más teóricos: qué es el oído, qué es el sonido…
Pues aquí termina esta primera entrada. Espero que os guste el blog y que encontréis este lenguaje silencioso tan apasionante como yo.
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